Abril Castillo: «Marchar a estudiar a Estados Unidos es difícil, pero no imposible: si se tiene claro, hay que probarlo»

Abril Castillo, estudiante catalana en la Universidad Harvard, en Estados Unidos.

Por Marc Amat

El año pasado, Abril Castillo aterrizó en el aeropuerto de Boston, en Estados Unidos. Estaba muy emocionada. Después de meses informándose, preparando documentación, asistiendo a cursos y preguntándose si realmente sería capaz de hacerlo, una universidad estadounidense había respondido positivamente a su solicitud: la Universidad Harvard la quería tener de alumno. Ahora, hace meses que cursa asignaturas vinculadas con la rama de las ciencias sociales, un mundo que siempre le ha apasionado. Se ha adaptado a la cultura norteamericana, ha tejido amistades en el campus y ha podido aprender de profesores que siempre había admirado.

Como ella, cada año varios alumnos catalanes que terminan el instituto se plantean marcharse a estudiar a universidades de Estados Unidos. Conseguirlo no es sencillo: es necesario seguir un estricto proceso burocrático. Para ayudar a los chicos y chicas que tienen este sueño, el Departamento de Estado de EE.UU. cuenta con el programa EducationUSA, una red de 425 centros de asesoramiento académico esparcidos por todo el mundo. La sede del Institut d’Estudis Nord-americans (Via Augusta, 121) acoge el centro de Barcelona. Es un espacio que da información actualizada, precisa e imparcial sobre el sistema de educación estadounidense a estudiantes catalanes, pero también a familias, orientadores y personal docente.

Este mes, conversamos con Castillo para que nos explique por qué decidió marcharse a estudiar a Estados Unidos; cómo vivió el proceso de preparar la solicitud de admisión; qué consejos da a estudiantes catalanes que sueñan con conseguirlo; y cómo se ha adaptado al sistema universitario estadounidense.

¿Cuándo decidiste irte fuera de Cataluña?

Desde hacía tiempo, tenía muy claro que quería formarme en el extranjero. De pequeña, tuve la suerte de poder viajar mucho con mis padres. Ellos me inculcaron la importancia de moverme, conocer a gente y descubrir nuevas culturas. En el instituto, me di cuenta de que me encantaba el mundo de las relaciones y las políticas internacionales. La idea de poder aprovechar en estos campos y, además, hacerlo en otro país, me atraía mucho.

¿Por qué escogiste Estados Unidos?

Por muchas razones. De entrada, porque era un país en el que sabía que, además de adentrarme en la cultura norteamericana, podría rodearme de gente de todos los rincones del mundo. Allí, el número de estudiantes internacionales es muy elevado. Pero también me atraía el sistema universitario en sí mismo: desde tener la oportunidad de vivir en un campus de película y asistir a clase de profesores que admiraba hasta cursar asignaturas que en Cataluña pertenecen a grados universitarios diferentes.

Para llegar a estudiar en Estados Unidos, es necesario haber superado un proceso de selección bastante estricto. ¿Cómo lo viviste?

Fue duro, pero también muy gratificante. Para entrar en una universidad norteamericana es necesario seguir un proceso totalmente diferente al requerido para cursar estudios a las catalanas. Por eso es tan necesario la existencia de programas de orientación académica que te ayuden a entender todos los pasos. Nunca nadie de mis círculos más cercanos se había marchado a estudiar fuera y, por tanto, la familia, los amigos y el profesorado no sabían exactamente cómo guiarme. Aún así, su apoyo fue vital. Durante todo el proceso, vives muchos momentos de incertidumbres, dudas y miedos. A menudo, yo misma me preguntaba: ¿estás segura de querer irte cuatro años a estudiar en un país tan diferente y donde sólo has estado una vez de vacaciones?

¿Qué partes del proceso te fueron más complicadas?

Quizás la parte más difícil fue tener que escribir los ensayos principales y específicos. En Cataluña no estamos muy acostumbrados a hacer textos que hablen de nosotros, que nos retraten bien y permitan a los demás conocernos mejor. Además, iba a hacerlo en inglés, una lengua con la que me expreso bien, pero que no es mi idioma materno. El ensayo principal que adjunté a mis candidaturas lo trabajé durante seis meses. En total, hasta que no logré tener uno que me satisficiera, hice una decena de borradores. Realmente, me sirvió mucho para aprender sobre mí misma.

Es importante reflexionar, antes de dar un paso así…

Sí, y con el ensayo pude plantearme muchas cosas sobre mí: cómo pienso, cómo soy, por qué actúo de una determinada manera… Escribirlo me permitió practicar mucho el autoconocimiento. Ahora bien, sirvió también para preguntarme cosas de mi futuro: por qué quería ir a estudiar allí y qué haría después con las oportunidades laborales y académicas que me brindara mi paso por la universidad norteamericana, por ejemplo. Mirado en perspectiva, fue un proceso complicado pero muy bonito.

En Estados Unidos existen muchas universidades. ¿Cómo decidiste en qué enviarías la solicitud para estudiar?

Para empezar, debo admitir que no fui demasiado selectiva. Solicité admisión en muchas. Eso sí, tuve en cuenta un montón de parámetros. Uno de los más importantes fue que el centro tuviera buena reputación en estudios del mundo de las ciencias sociales. También me fijé en cómo eran los campus, qué filosofía de comunidad tenían detrás y qué oportunidades laborales y extracurriculares podían ofrecerme.

¿Qué recursos utilizaste para preparar la solicitud?

Aparte de los programas de orientación, me apunté en varios webinarios que organiza la embajada de Estados Unidos en España. También pedí información a las universidades que más me interesaban y las investigué a fondo. Además, me sirvió mucho ponerme en contacto con estudiantes catalanes que habían realizado la aventura con anterioridad. Sin embargo, más allá de esto, el apoyo de la familia, las amistades y el profesorado fue muy importante. Quizás no son expertos en la materia, pero son gente que te quiere, que confía en ti y que te dan fuerzas en los momentos en los que te parece que no lo conseguirás. Si no fuera por ellos, no me hubiera salido.

¿Por qué crees que te admitieron las universidades que te dijeron que sí?

Debo aclarar que la resiliencia fue un valor que trabajé a fondo durante todo el proceso. Antes de conseguir el sí de algunas universidades, coleccioné muchos no. Aún no sé lo que les gustó de mí, pero sí sé en qué puntos fuertes centré mi discurso. De entrada, puse el acento en el liderazgo. Yo lo tenía acreditado, porque había sido miembro del equipo ejecutivo de una organización internacional formada sólo por estudiantes. Aparte de eso, intenté demostrar por todos los medios posibles que mi interés por las ciencias sociales no era una flor de verano: a lo largo de mi vida, había hecho programas y extracurriculares que estaban muy encaradas a la política ya la economía. Les corroboré que no sólo me interesaba la disciplina sino que, además, buscaba activamente cómo trabajarla.

Finalmente, la Universidad Harvard te abrió las puertas. ¿Cómo te sentiste?

Cuando recibí la noticia, me invadió una sensación de absoluta felicidad. Después de tan largo proceso, había hecho realidad el sueño. Fue muy bonito contárselo a todo el mundo y ver cómo mi círculo se alegraba tanto. Nunca lo olvidaré en la vida. Eso sí, después de la felicidad, volví a tener los pies en el suelo y me reaparecieron el miedo y los nervios de ir a vivir en un país tan diferente de Cataluña como Estados Unidos.

Ahora hace un año que estás allí. ¿Cómo está yendo?

Muy bien. El primer día que aterricé allí, me daba miedo no hacer amigos, pero enseguida se desvaneció, porque la universidad juntó a todas las personas como yo con estudiantes internacionales de cursos anteriores y nos enseñaron el campus. Hoy tengo una muy buena red de amistades de personas de todo el mundo. Ha superado mis expectativas. He crecido mucho tanto en el ámbito académico como en el personal. He aprendido a aprender otras personas. Allí, esto es mucho más fácil que en las universidades catalanas.

¿Qué consejo le darías a un estudiante que se está planteando cursar la etapa universitaria en Estados Unidos?

Le diría que, si es lo que quiere, lo intente. Que no tenga miedo. Marchar a estudiar ahí es difícil, pero no imposible. Hay gente que lo ha logrado. Yo soy la prueba. Hay personas que no se plantean ir a estudiar fuera porque es todavía un camino demasiado desconocido para los estudiantes catalanes. Les es más sencillo estudiar en Cataluña, porque es mucho más común, pero les animo a abrir su propio camino.

¿Te estás planteando la posibilidad de cursar estudios superiores en los EEUU?

Escríbenos a barcelona@educationusa.org y contactaremos contigo para solucionar todas tus dudas e informarte de las posibilidades que se adaptan a tus intereses. 

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