George E. Fox: «En Estados Unidos, Joan Oró aún no ha recibido todo el reconocimiento que se merece»

George E. Fox, profesor emérito e investigador del departamento de Biología y Bioquímica de la Universidad de Houston.
Fuente: Department of Biology and Biochemistry, University of Houston

Por Marc Amat

En 1951, Joan Oró (Lleida, 1923 – Barcelona, ​​2004) hizo las maletas y se marchó a estudiar a Estados Unidos. Entonces, el célebre científico catalán tan sólo era un joven recién licenciado intentando encontrar el camino más acertado para enriquecer su carrera académica. En España, el ecosistema científico era irrisorio; en Alemania, todavía se respiraba la posguerra y, en cambio, Estados Unidos se había convertido en un polo de talento muy importante. El Baylor College of Medicine le abrió sus puertas para ir a estudiar ingeniería química. Aceptó la oportunidad y firmó una brillante tesis doctoral sobre el metabolismo del ácido fórmico en los tejidos animales. Fue contratado como profesor en el Departamento de Química de la Universidad de Houston en 1956.

Hoy, Joan Oró es conocido en todo el mundo por haber hecho uno de los hallazgos científicos más relevantes del siglo pasado: la síntesis prebiótica de la adenina, una de las moléculas más importantes para la vida. El descubrimiento lo hizo el día de Navidad de 1959, vestido con su bata blanca, sentado en su laboratorio de la Universidad de Houston. Tan sólo dos años más tarde, fue uno de los primeros científicos en formular la teoría de la panspermia, que sostiene que la vida en la Tierra se originó a raíz de los materiales procedentes de los impactos de los cometas sobre el planeta, hace millones de años.

Este 2023, la huella que Oró dejó en la Universidad de Houston todavía es bien visible. Precisamente, este 26 de octubre, la Facultad de Ciencias Naturales y Matemáticas organizó una jornada para homenajearle, coincidiendo con el día del centenario de su nacimiento. Para recordar su paso por Estados Unidos, este mes conversamos con George E. Fox, profesor emérito e investigador del departamento de Biología y Bioquímica de la Universidad de Houston.

De entrada, ¿cómo describiría la figura de Joan Oró?

Fue uno de los grandes nombres en la búsqueda del origen de la vida, un campo que entonces empezaba a ganar terreno. De hecho, podemos decir que lo revolucionó de lleno.

Su vínculo profesional con la Universidad de Houston comenzó en 1956, cuando fue contratado por el departamento de Química. Hacía tan sólo tres años que el físico Francis Crick y el biólogo James Watson habían descubierto la estructura del ADN y el centro universitario se había interesado en crear un programa de biofísica. Joan Oró fue uno de los tres profesores que lideraron su nacimiento.

El interés de la universidad y el entusiasmo de Oró se tradujo en la aparición de un nuevo departamento.

Correcto. El resultado fue la creación del departamento de Ciencias Biofísicas, en 1960. Más tarde, se rebautizó con el nombre de departamento de Ciencias Bioquímicas y Biofísicas, en 1981. Hoy, el departamento fundado -y liderado durante muchos años- por Oró sigue existiendo como una división separada del departamento de Biología y Bioquímica de la universidad. Siguiendo las huellas de Oró, varios profesores del área siguen muy interesados ​​en investigar el origen de la vida.

En 1977, usted aterrizó por primera vez en la Universidad de Houston. ¿Qué papel jugó el hecho de que Joan Oró también trabajara allí?

Su presencia hizo que la oferta que me trasladó la universidad fuera aún más atractiva. De hecho, muchas veces he pensado que Oró tuvo un papel clave para que el centro me acabara seleccionando. Cuando aterricé, enseguida se me acercó y nos pusimos a trabajar juntos. Recuerdo que dedicamos muchos esfuerzos a estudiar los éteres de fitanil-glicerol en los arqueos, el grupo de microorganismos unicelulares que yo mismo había descubierto años atrás, con el microbiólogo Carl R. Woese. El resultado de estas investigaciones se tradujo en un artículo científico citado más de cien veces y dio más información sobre la hipótesis de los arqueos. Además, con el paso de los años, Oró me invitó en numerosas ocasiones a participar en conferencias que organizaba. También tuve la oportunidad de ser invitado a la presentación de las tesis que firmó durante sus diversos estudios de posgrado.

Así, trabajó codo con codo. Le conocía bien. ¿Cómo lo describiría?

Aún recuerdo cuando nos invitó a Barcelona, ​​nos hizo un recorrido por el Parlament de Catalunya y nos llevó a cenar. A nivel personal, era una gran persona. Esto puede decirse de muchas personas, pero es que, en su caso, también era un científico único. Trabajar con él era siempre muy sencillo: respetaba a la gente y conseguía que sus ideas se tuvieran en cuentas sin tener que levantar la voz.

¿Qué significaba para la Universidad de Houston contar con una figura como la de Oró entre sus investigadores?

Era un honor. Aunque hoy no exista una beca ni un edificio que lleve su nombre, Joan Oró estaba muy bien valorado por los altos cargos de la universidad. ¡Incluso, tenía su propia plaza de aparcamiento! Sin embargo, como institución de investigación, la universidad realmente no entendía el reconocimiento que Oró le estaba aportando. Aprovechando el centenario de su nacimiento, se le ha organizado un simposio de media jornada y una recepción. Nos queremos asegurar que Joan y el departamento que creó reciben el reconocimiento que se merecen en la historia de la universidad.

¿Cree que no se ha valorado suficientemente la figura de Orón en Estados Unidos?

Creo que, todavía hoy, su figura y sus descubrimientos no han recibido el reconocimiento científico y social que merecen. La Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, por ejemplo, nunca le ha distinguido. También han quedado en un segundo plano sus esfuerzos por crear lo que hoy es la Sociedad Internacional para el Estudio del Origen de la Vida (ISSOL) y organizar decenas de conferencias de primer nivel. Además, Oró fue uno de los primeros científicos a los que la NASA confió financiación de su innovador programa de exobiología. De hecho, a lo largo de los años captó cerca de cuatro millones de dólares de financiación externa para nutrir sus investigaciones.

Con motivo del centenario de su nacimiento, ¿cree que esto puede cambiar?

Personalmente, he estado trabajando para que Oró y el departamento que creó sean reconocidos como se merecen en el recorrido histórico de la universidad. Desgraciadamente, de puertas a fuera, la Universidad de Houston es más conocida por centrarse en la industria del petróleo y del gas que con la biología. Con la celebración de los 100 años de su nacimiento y los actos que hemos hecho, esperamos poder acercar su figura a los antiguos alumnos, todo lo que hizo y cómo su investigación impactó en los campos de la exobiología y de la astrobiología.

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