Xesco Reverter: «A menudo, la imagen que tenemos de Estados Unidos está muy conectada al presidente que está en la Casa Blanca»

Por Marc Amat

A mediados de 2017, Xesco Reverter (Barcelona, ​​1978) tomó el relevo de Raquel Sans en la corresponsalía de TV3 en Washington, en Estados Unidos. El periodista aterrizaba en el continente norteamericano en un momento de cambios. Hacía pocos meses que Donald Trump se había convertido en presidente y los expertos ya intuían que vendrían tiempos convulsos. Sin embargo, Xesco Reverter no imaginaba que le esperaba el reto de explicar a la audiencia de la televisión pública catalana una de las épocas más complejas y turbulentas de las últimas décadas en Estados Unidos.

Entre 2017 y 2022, explicó en directo el asalto al Capitolio de 2021, las protestas por la muerte de George Floyd y la constante retórica incendiaria de Trump, pero también fue testigo de las contradicciones, fracturas y crisis que arrastra el país desde hace años, como el racismo estructural, el sistema penitenciario, la pasión por las armas o el consumo de opiáceos. Ya instalado de nuevo en Catalunya, acaba de publicar el libro Estats Units, el país de les contradiccions (Ara Llibres), con una recopilación de sus experiencias en el país norteamericano. El día 26 de enero, a las seis y media de la tarde, el periodista estará en la sede del Instituto de Estudios Norteamericanos (c/ Via Augusta, 121, en Barcelona) para presentarlo, acompañado del periodista y escritor Ismael Nafría. Conversamos.

En 2017, aterrizó en Washington en un momento de grandes cambios. ¿Qué recuerda de aquellos primeros días?

Cuando llegué a la corresponsalía, Donald Trump hacía pocos meses que había sido nombrado presidente de Estados Unidos. Todo el mundo me decía que allí me esperaba una montaña rusa, pero se quedaron cortos. Entonces nadie esperaba que me correspondería contar un asalto al Capitolio de Estados Unidos, por ejemplo. Me esperaba un reto trepidante en un país extremadamente complejo, hecho de muchas capas y lleno de matices. Durante los cinco años que he vivido allí, ha estado fascinante poder descubrir y explicar a la audiencia todos los colores grises que iba encontrando.

¿Encontró un país como el que se esperaba?

Washington es una ciudad muy interesante, pero también es una burbuja que no representa en absoluto la diversidad de Estados Unidos. Si quería ser un corresponsal con mayor credibilidad y autoridad debía salir y recorrer el país. Por suerte, a TV3 nunca le ha dado miedo apostar por emitir reportajes de fondo en los Telediarios, aunque requieran que el equipo de Washington tenga que irse de la ciudad durante unos días. Como corresponsal, mi obligación era informar sobre todo lo que ocurría en torno al presidente, del congreso de los EUA y del tribunal supremo. Ahora bien, también sabía que, para que la visión que trasladaba de Estados Unidos fuera lo más completa posible, debía pisar el país y ver qué pasaba, más allá de la política.

Y se topó con un montón de contradicciones. ¿Cuáles destacaría?

Hay muchísimas. La más flagrante es la contradicción racial. Hace más de 200 años, Estados Unidos redactó una constitución que dejaba claro que los hombres eran iguales y que, por tanto, tenían los mismos derechos. Sin embargo, en el mismo texto se decía que las personas de color contaban tres quintas partes que una persona blanca. Dos siglos y pico después, creo que en muchos casos las personas de color siguen siendo ciudadanos de segunda. Es un tema con el que me chocaba constantemente. Cuando hacía un reportaje sobre salud, la comunidad más perjudicada era la afroamericana. Con temas de educación, ocurría lo mismo. Desde los años 60 del siglo pasado las leyes abolieron la segregación racial, pero hoy en día sigue siendo un país muy segregado. En Washington, por ejemplo, vivía en un barrio en el que casi el 100% de los vecinos eran blancos. Al otro lado de la ciudad, ocurría lo contrario.

Sin embargo, Estados Unidos a menudo es visto como el país de las oportunidades.

Es un mito que, en parte, es verdad. Ahora bien, el código postal en el que nace un ciudadano determina mucho su futuro. No es lo mismo vivir en un barrio pobre, con una familia desestructurada y formando parte de una minoría que crecer en un barrio blanco y rico. En Europa también ocurre, pero en Estados Unidos se acentúa más. Son un país lleno de contradicciones, algunas muy arraigadas. Por ejemplo, cada año mueren 45.000 personas por culpa de las armas de fuego, porque son el único país que permite a la ciudadanía tener armas de forma generalizada. También sufren 100.000 muertes anuales por culpa de las drogas. Cuando miramos a Estados Unidos desde fuera, a menudo nos preguntamos: ¿cómo puede ser?

A nivel político, ¿ha detectado también contradicciones?

Sí. Se ha realizado una perversión del sistema político estadounidense. La constitución de los EUA  fue pionera en todo el mundo porque definía una clara separación de poderes. Sin embargo, en estos últimos años el país ha vivido escenarios que han puesto a prueba su salud democrática. Por un lado, encontramos un Tribunal Supremo poco representativo, muy anclado a la derecha y que emite sentencias sobre temas como el aborto que distan de la voluntad mayoritaria de la ciudadanía. Por otro, choca ver la capacidad que tiene el Partido Republicano para boicotear cualquier iniciativa parlamentaria. En resumen: existe una polarización brutal.

Con todo, ¿qué imagen cree que tiene la sociedad catalana cuando mira a Estados Unidos?

Es una pregunta difícil de responder. La imagen de Estados Unidos que tenemos en el exterior depende mucho de la persona que esté ocupando la Casa Blanca. En la época de George Bush y la guerra de Irak, por ejemplo, su prestigio cayó bajo mínimos. Con la presidencia de Barack Obama, en cambio, se encaramó hasta máximos históricos. De hecho, el presidente llegó a ser más popular en el exterior que en su propio país. Con Trump ha vuelto a desplomarse. La opinión que tenemos de Estados Unidos se forma dependiendo de las acciones de cada presidente. En España, además, ha habido siempre un punto de cierto antiamericanismo, tal vez por la alianza de Franco con Estados Unidos. Ahora bien, cuando todo el mundo piensa durante dos minutos en Estados Unidos y logra sobrepasar la barrera de los clichés y de la actualidad, se da cuenta de que tienen una gran cultura, un sistema universitario brutal, unos parajes naturales excepcionales…

Es un país con un fuerte orgullo patriótico. ¿Cómo lo explica?

Estados Unidos es, prácticamente, un continente. Como todos los ciudadanos hablan inglés, a menudo cometemos el error de ponerlos en un mismo saco. Sin embargo, en el país hay un montón de naciones y caracteres. Eso sí: todo el mundo está orgulloso de ser de Estados Unidos. Se ven a sí mismos como un país joven, en construcción y que, por tanto, todavía se puede luchar por cambiar las cosas. Reina un espíritu optimista que les empuja a querer progresar cada día. Se alimentan mucho de sus hitos históricos, como la llegada del humano a la luna, o mitos, como el del hombre emprendedor. En Europa, existe un espíritu más pesimista. Se cree que los países son demasiado viejos y están demasiado establecidos como para reformarlos a fondo.

El día 26 de enero estará en el IEN para presentar su primer libro. ¿Qué le ha llevado a publicarlo?

El lenguaje televisivo ha hecho que durante estos cinco años haya tenido que sintetizar grandes acontecimientos e historias en crónicas de muy pocos minutos. Tenía ganas de recuperar parte del material y contarlo de forma más reposada en un libro. Trato con calma desde temas de actualidad como la insurrección en el Capitolio o el auge del trumpismo hasta fracturas estructurales del país como las drogas, las prisiones, el petróleo o las armas.

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