Un raro instrumento en el jazz: el violín
Cuando se habla de jazz todos tenemos en nuestro imaginario trompetas, saxos, trombones, clarinetes y, naturalmente, la batería. No solemos asociar el violín con la música de jazz, instrumento que consideramos reservado a la música clásica. Es cierto que el violín es un instrumento que ha tenido serias dificultades para abrirse camino en el mundo del jazz. Básicamente por dos motivos principales.
El primero lo situamos en los primeros tiempos del jazz, época en que era común entre las mentalidades puritanas, encarnadas por buena parte de los eclesiásticos afroamericanos, de considerar el violín como el “instrumento del diablo”. ¿A qué se debería esta prevención? Posiblemente, por los sonidos seductores y sensuales que se pueden extraer de este instrumento. Lo que quizás no preveían estas mentalidades tan estrechas es que con algunos otros instrumentos (saxofones y trompetas) se llegarían a conseguir sonoridades tan o más “pecaminosas” que las que se conseguían con el violín.
El segundo motivo de las dificultades experimentadas por el violín para imponerse en el mundo del jazz, radica en la dificultad que tenía este delicado instrumento para hacerse escuchar entre el chasquido de trompetas, trombones, baterías y demás artefactos ruidosos que poblaban las orquestas de jazz. Esto se palió en parte a partir de la segunda mitad de los años treinta, época en la que instrumentos como el violín y la guitarra se empezaron a amplificar electrónicamente. Vencida esta dificultad, han ido surgiendo un montón de intérpretes solistas de este instrumento que han llegado a alcanzar una gran fama. Pero como grupo instrumental importante dentro de la orquesta, esto no se ha dado más que de forma excepcional. Ha sido un hecho rarísimo que las big bands, al igual que tienen secciones de metales o de saxos, tuvieran una sección de violines.
De la primera época, es decir, antes de la amplificación electrónica, cabe destacar por encima de todos al gran Eddie South, músico virtuoso, que se expresaba con una sensibilidad delicada y exquisita. De la misma época es el violinista blanco Joe Venuti, cuya fama superaba, sin embargo, su calidad como jazzman.
Entrando ya en los años 30, surge lo que ha sido quizás el más importante de los violinistas de jazz, el fabuloso Stuff Smith, el músico que ha sacado del violín una música con más swing y mordiente. Por la misma época en Europa, formando parte del Quinteto del Hot Club de Francia, junto al genial guitarrista Django Reinhardt, se dio a conocer otro gran intérprete: el francés Stéphane Grappelli. Volviendo a Norteamérica, cabe mencionar al clarinetista-violinista Darnell Howard, a los saxos alto y violinistas Juice Wilson y Edgar Sampson, el guitarrista-violinista Claude Williams y, formando parte de la orquesta de Duke Ellington, el magnífico trompetista y violinista Ray Nance. Como vemos, aparte del violín, estos músicos tocaban otro instrumento, lo que demuestra las dificultades sufridas por este instrumento para hacerse un hueco en la historia del jazz.