En el mundo occidental, básicamente en Norteamérica e inmediatamente en Europa, se empezó a tener noticia de la existencia de esta nueva música justo después de la 1ª Guerra Mundial. En Estados Unidos esta música fue rechazada, por unos, por motivos racistas y de respetabilidad, y aceptada, por otros, por la exótica y excitante novedad que suponía. En los felices años ’20, con la moda de Charleston, el jazz penetró entre las clases medias y populares. En Europa, pasadas las primeras reacciones de escándalo, las mentalidades más abiertas aceptaron el jazz como un elemento más dentro de las corrientes artísticas vanguardistas que proliferaron entre las dos grandes guerras. A lo largo de los años ’20 y ’30 el jazz, acompañando a los movimientos coloniales europeos, llegó a África (de Marruecos hasta Egipto), a Asia (Hong Kong, Shanghai, etc.) y a Australia. Superados los años de la 2ª Guerra Mundial, el jazz siguió esparciéndose por todo el planeta, incluso en el Japón masacrado y humillado por Estados Unidos, se fue congregando una sólida y activa afición por la música de jazz. En las décadas siguientes, años 50 y 60, ya se puede afirmar que este género musical creado por los negros estadounidenses, había conquistado el mundo entero y las grandes figuras del jazz efectuaban triunfales giras por todo el planeta. Tras la fascinación por esta música, ya desde los primeros años de su descubrimiento por las nuevas sociedades que la acogían, empezaron a aparecer músicos y orquestas que se apuntaron a la creciente lista de practicantes de este nuevo género y, con el fenómeno de la globalización, no existe un rincón del mundo donde no se encuentren músicos de todas las razas y culturas calificados como músicos de jazz. Es indiscutible, pues, que el jazz se ha universalizado. Ahora bien, es necesario hacer algunas distinciones y precisiones. La universalización del jazz ha supuesto la aparición de dos actitudes diversas que se han ido desarrollando a través de corrientes cada vez más divergentes.

La primera actitud es la de los músicos de todo el mundo que, reconociendo la paternidad del pueblo negro norteamericano en la creación del jazz, para interpretarlo, intentan asimilar el lenguaje musical de sus creadores. La otra actitud, aparecida posteriormente, es la de aquellos intérpretes que, prescindiendo del lenguaje musical básico de los afroamericanos, han aprovechado simplemente sus mecanismos de libertad interpretativa para crear nuevas tendencias musicales, muchas de las cuales se basan en músicas de otros culturas o etnias, vengan de donde vengan: es lo que se llama jazz fussion que nada tiene que ver con el jazz tal y como lo engendraron sus creadores. Sería, por tanto, necesario, por respeto a éstos y por saber de qué estamos hablando, establecer nuevas definiciones y nomenclaturas ajustadas a la realidad. Universalización sí, sin embargo, con respeto y claridad.

 

Ricard Gili, Fundació Catalana Jazz Clàssic