Jazz, crítica, medios de comunicación y redes sociales
El jazz nada más nacer, siendo como era una forma de expresión musical de la comunidad negra norteamericana, fue inicialmente ignorado, incluso ocultado, por la sociedad general dominada por los blancos. Sin embargo, gracias a su propio peso, a su rico contenido musical y la enorme carga expresiva que ofrecía, aquella situación inicial fue cambiando y el jazz, poco a poco, fue penetrando e infiltrándose en la vida cotidiana de la mayoría de capas sociales.
Así, hacia los años treinta del siglo pasado, se empezó a hablar de él en prensa, fue apareciendo en revistas más o menos especializadas y se publicaron los primeros libros hablando de aquella nueva música llamada jazz. Lo cierto es que muchos periodistas, críticos, musicólogos y otros supuestos “especialistas” de la época lo hicieron desde la ignorancia o desde prejuicios racistas, supremacistas o ideológicos. Pocos eran los que abordaban el tema desde una postura humilde, habiendo realizado el esfuerzo de estudiar esta música aceptando el hecho de que pertenece a otra cultura y que responde a unos parámetros distintos a los de la música occidental.
Desgraciadamente, con los años, las cosas no han mejorado mucho. A parte de los prejuicios mencionados, la ola vanguardista que desde finales de la Segunda Guerra Mundial se ha impuesto en todos los terrenos del arte, actuando a menudo como una especie de dictadura que pretende dirigir por dónde deben ir los caminos del arte y su evolución (abstracción, conceptualismo, rupturismo, etc.), ha afectado también al desarrollo de la música de jazz y la percepción que el gran público tiene de este género.
De esta manera, se ha conseguido que lo que era una música popular de amplia aceptación, a partir de los años sesenta, haya pasado a ser una música minoritaria y los jóvenes que pretenden practicarla reciban en las escuelas y conservatorios una información sesgada y dirigida a propiciar las tendencias preferentemente vanguardistas que, a menudo, se alejan de los contenidos que dan al jazz su carácter específico.
Pero de repente, en los últimos veinte años, surge el fenómeno de las redes sociales, a través de las cuales, para bien y para mal, la gente se expresa abiertamente, liberándose de las imposiciones del mundo oficial que domina los medios de comunicación (prensa, radio, televisión).
Gracias a este fenómeno nos damos cuenta de que todo lo que desde las tribunas oficiales nos quería hacer creer no es ni mucho menos la verdad. En el campo del jazz, concretamente, la idea de que el llamado jazz clásico era algo del pasado y que el presente estaba en las fusiones y experimentos de todo tipo, se ha ido desmoronando.
Si damos una vuelta por Youtube encontraremos muchos intérpretes jovencísimos de todo el mundo que tocan de manera solvente y entusiasta las variantes más tradicionales del jazz. Y también nos daremos cuenta de la enorme cantidad de discos antiguos que se cuelgan y de la cantidad de comentarios entusiastas que generan.
¡Es todo un síntoma!