Roger Senserrich: «Que una constitución tan antigua como la de Estados Unidos haya funcionado es casi un milagro»
Politólogo y autor del libro ‘Por qué se rompió Estados Unidos: populismo y polarización en la era Trump’.
Fotografía: Victoria Locke
Cuando el 20 de enero de 2017 Donald Trump se convirtió en presidente de Estados Unidos, los politólogos corroboraron hasta qué punto el populismo y la polarización habían arraigado entre la sociedad estadounidense. El país estaba a punto de empezar una de las épocas más intensas de su historia reciente, con episodios caóticos como el asalto al Capitolio de 2021. Este año, el país vuelve a estar llamado a las urnas. El martes 5 de noviembre los estadounidenses tendrán que elegir de nuevo entre la papeleta del candidato demócrata a la presidencia de la Casa Blanca, Joe Biden, o el candidato republicano, Donald Trump. Esta vez, la cita también coincidirá con la renovación del Senado y de la Cámara de Representantes, que se eligen cada dos años.
El presidente que salga elegido tendrá el encargo de pilotar unos Estados Unidos que viven una situación compleja: existe una división ideológica sin precedentes, opera un sistema político cada vez más frágil y está vigente una constitución que, en buena parte, se acabó de redactar en 1787. Ante este contexto, este mes entrevistamos a Roger Senserrich, politólogo con más de dos décadas de experiencia en política norteamericana y autor del libro ¿Por qué se rompió Estados Unidos? Populismo y polarización en la era Trump, publicado este mes por Debate.
Usted vive en Estados Unidos. Las elecciones presidenciales de noviembre se acercan. ¿Qué clima hay en las calles?
La mayoría de votantes todavía no está haciendo mucho caso. De hecho, las encuestas indican que, incluso, un porcentaje muy grande de personas con derecho a voto no sabían que Trump será el candidato republicano. Desde la victoria de Joe Biden en 2020, la mayoría de estadounidenses han desconectado bastante de la actualidad política. Esto contrasta con la legislatura anterior, cuando en 2017 Trump accedió a la Casa Blanca. Entonces, el interés se disparó. Ahora la política vuelve a ser un ruido de fondo, salvo para los cuatro exaltados de siempre.
En el libro habla, sobre todo, de la era Trump y analiza de dónde surge el populismo en Estados Unidos.
Exacto. Leerlo en este contexto preelectoral permite entender muy bien cómo un candidato como Donald Trump logró llegar a ser presidente del país. Los lectores encontrarán claves para comprender el funcionamiento del peculiar sistema político estadounidense. Verán que es un país mucho menos reaccionario de lo que parece desde fuera, pero también tiene una pulsión autoritaria que no encontramos en Europa. Ah, y con una democracia relativamente nueva, aunque no lo parezca.
De hecho, la constitución es del siglo XVIII. ¿Hasta qué punto todavía condiciona el país?
La política estadounidense es muy arcaica en varios sentidos. El sistema constitucional está bastante anticuado. La Constitución es de 1787 y apenas se ha actualizado. Hay aspectos que, a base de prueba y error, ya hemos visto que no funcionan y que no se han incorporado a las modernas constituciones europeas. En cambio, en Estados Unidos todavía lo tienen. Hay ideas que, teóricamente deberían funcionar, pero que en la práctica no funcionan. El resultado es un sistema con un equilibrio de poderes que, constantemente, se bloquea. La política estadounidense es mucho más bizantina, rebuscada y complicada que la de los países de Europa.
¿En qué se concretan estos bloqueos?
En la mayoría de estados europeos, quien es presidente tiene mayoría parlamentaria. En algunos casos, para aprobar cosas, es necesario que negocie con los socios de coalición y ya está. En Estados Unidos sólo lleva a votación los temas que se sabe que van a salir adelante. Normalmente, en el Congreso no se pierden votaciones, porque no se presentan propuestas que puedan peligrar. Es muy previsible. Tienen un sistema caótico y arcaico, como el de la República Romana. De hecho, ellos se consideran la nueva Roma, aunque
es muy distinta.
En las elecciones estadounidenses, los estados rurales tienen una importancia peculiar.
Sí. El sistema electoral es muy antiguo y sobrerrepresenta a los estados rurales. Esto hace que, a veces, quien tiene más votos en unas elecciones no sea el candidato que las gane. El votante mediano actual es alguien que vive en la zona rural de Georgia, pero si fuera un sistema jurídico simple y territorialmente equilibrado sería alguien de Pensilvania. Esto bascula mucho el sistema político hacia la derecha. Además, también debemos recordar que es un sistema con dos cámaras, en el que el Senado sobrerrepresenta a los estados pequeños de forma totalmente desproporcionada. Esto hace que las mayorías legislativas de Estados Unidos estén mucho más a la derecha que el votante mediano real.
Este 5 de noviembre, coincidirán tres votaciones distintas. ¿Qué piensa?
Esto demuestra cómo la constitución crea legitimidades que compiten entre ellas: el presidente, el Senado y la Cámara de Representantes se eligen en tres comicios diferentes. Los tres pueden decir que representan al pueblo, porque es verdad, pero lo hacen con reglas distintas. Es paradójico: todo el mundo tiene legitimidad para gobernar, pero nadie tiene mayoría para hacerlo. En una constitución moderna, esto se intenta evitar.
En el libro dedica un capítulo a hablar de los partidos políticos. ¿Está Estados Unidos diseñado para contemplarlos?
Cuando se redactó la Constitución estadounidense, no se hizo pensando en que existirían este tipo de actores. Es probablemente el gran error de base que tiene la carta magna. Es muy comprensible que así sea, porque es un texto de antes de la Revolución Francesa. La idea actual del eje ideológico izquierda-derecha era algo completamente ajeno a los redactores de la constitución. Ellos creían que el conflicto político que debería solucionarse sería regional. Por eso, diseñaron un sistema con instituciones que representaran los intereses de distintos territorios, pero no de distintos partidos. Hasta principios del siglo XX, los senadores no eran escogidos democráticamente, sino que representaban los intereses de los gobiernos de su estado. En resumen, que una constitución tan antigua y disfuncional como la de Estados Unidos haya funcionado es casi un milagro.
¿Por qué no lo actualizan?
La Constitución es irreformable. Para realizar cambios, necesitan supermayorías de las dos cámaras y tres cuartas partes de los Estados que los ratifiquen. Además, realizar cambios para reducir el poder de los estados rurales, que son la mayoría, es prácticamente imposible. El sistema constitucional está fosilizado. Por ejemplo, existe una enmienda de 1924 que permite al gobierno federal regular el trabajo infantil y que todavía no la han ratificado suficientes estados.
¿Hasta qué punto la constitución es el origen de la polarización del país?
La Constitución por sí misma no genera polarización, pero sí brinda incentivos a los políticos para que polarizen la sociedad. Con el sistema político que crea el texto se sobrerepresenta a los estados rurales, es normal que los partidos adapten sus políticas para ganar votos en estos estados. Debemos tener claro que Donald Trump no es el origen de la polarización que vive el país, sino una consecuencia. Él es la culminación de una serie de tendencias que nacen en la década de 1960 y que se fortalecen en la de 1970 en el seno del Partido Republicano. El sistema de incentivos institucionales permitió que la formación ganara elecciones estando a la derecha del centro. Si, normalmente, los partidos aprenden que cuando pierden elecciones deben moderarse, el Partido Republicano se dio cuenta de lo contrario y decidió dar voz a un grupo concreto de sus integrantes. Dentro del partido se encuentran la gran empresa americana, la derecha religiosa, la gente anticomunista y los reaccionarios del sur. Estos últimos, marcados por un fuerte resentimiento racial. No les habían hecho mucho caso hasta que llegó Trump.
¿Por qué se rompió Estados Unidos?
Populismo y polarización en la era Trump
Roger Senserrich
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