Lorenzo Delgado: «Los jóvenes españoles ven a los Estados Unidos de una forma muy diferente a como lo hacían sus padres»
Investigador del Instituto de Historia (CCHS-CSIC) y experto en relaciones transatlánticas.
Hace doscientos años, cuando los Estados Unidos miraban España, veían una nación que oprimía a los países latinoamericanos. Hoy, en cambio, la consideran un país plenamente integrado en la Unión Europea. De hecho, guardan un sólido compromiso de alianza. La visión que el país norteamericano ha tenido de España a lo largo de la historia se ha transformado radicalmente durante los últimos dos siglos. ¿Cómo se ha producido este cambio? ¿En qué aspectos ha variado? ¿Qué elementos sociales, económicos y políticos han influido?
Estas son tres de las preguntas troncales que centran el libro Somehow different: España vista desde Estados Unidos (Catarata, 2023). Al frente de esta publicación -en el papel de editor- está Lorenzo Delgado Gómez-Escalonilla, una de las voces más expertas en España para responderlas. Es investigador del Instituto de Historia (CCHS-CSIC) y ha centrado buena parte de sus investigaciones en el campo de las relaciones internacionales entre España y los Estados Unidos. En el libro, varios académicos analizan qué visión tienen los norteamericanos de la sociedad española y, sobre todo, qué elementos históricos la justifican.
La guerra de Cuba y la Primera Guerra Mundial; la condena internacional al régimen franquista; la connivencia de España con los movimientos fascistas; la llegada de empresas norteamericanas al estado; la transición de España hacia la democracia… Todos estos son ingredientes que han ido configurando la visión que hoy tienen los norteamericanos de la sociedad española. Para saber más, conversamos con Lorenzo Delgado Gómez-Escalonilla, historiador y editor de la publicación.
Empecemos por el presente. ¿Cómo vemos, desde España, los Estados Unidos?
Pongo un ejemplo. Si entras en una clase de instituto y explicas que, hoy, los Estados Unidos tienen bases militares en España, te darás cuenta de que los jóvenes no saben nada sobre ese asunto. Hay un gran desconocimiento de la presencia militar norteamericana en España. Cuando las personas que tienen menos de 40 años piensan en los Estados Unidos, ya no tienen en cuenta parámetros políticos e históricos: la visión que tienen depende en gran medida de la sociedad de consumo, de las imágenes que se reciben a través de las noticias, el cine, la publicidad, las redes sociales. Todo muy impregnado de un fuerte presentismo. Las relaciones bilaterales entre los dos países no tienen nada que ver, ni los acuerdos que se suscribieron en el pasado. Para muchos jóvenes es un sorprendente descubrimiento que España firmase acuerdos militares con los Estados Unidos durante el franquismo y que aún se mantengan vigentes.
¿De dónde viene, este desconocimiento?
Es el resultado de una mezcla de factores, pero hay un elemento que viene de lejos. Cuando el régimen franquista tuvo que empezar a cerrar acuerdos con los Estados Unidos, lo hizo guardando un perfil bajo sobre muchas de sus consecuencias. No le interesaba que se hablara mucho de la subordinación estratégica que se asumió, ni de cómo la ayuda norteamericana permitió reconducir algunas de las graves carencias e incapacidades de las políticas públicas del régimen dictatorial. Aquel silencio ha dado lugar al desconocimiento actual.
De hecho, la relación de Estados Unidos y España se ha visto muy condicionada por la Segunda Guerra Mundial.
Sí. Cuando se acabó el conflicto, los Estados Unidos habían salido como grandes vencedores. De los países ganadores, era el que había sufrido menos bajas, el que había registrado menos destrucción en su territorio y el que había sabido sacar más beneficios económicos de la guerra. Su sector industrial sale reforzado. El desenlace favorable también lo sitúa como el país arquitecto de un nuevo sistema internacional: buena parte de las organizaciones mundiales que nacieron entonces -como la ONU o la UNESCO- tienen en Estados Unidos a uno de sus principales inspiradores y a su socio financiero más importante.
¿Dónde quedaba, España?
Al otro lado de la balanza. España y sus dirigentes se habían equivocado en sus previsiones y sus socios internacionales. Habían apostado por el bando fascista, que les había ayudado a ganar la Guerra Civil. Fueron coherentes, pero el desenlace de la partida no les benefició. Durante la Segunda Guerra Mundial, en España hay una dictadura franquista que entra, parcialmente, en la guerra. Tan solo lo hace en el frente este, contra la Unión Soviética. Ahora bien, ayuda a los países del Eje en materia de espionaje; permite el avituallamiento de sus submarinos; les suministra materiales estratégicos como el wolframio… Todos estos comportamientos hicieron que, cuando el bloque fascista perdió la guerra, España quedara aislada.
¿En qué se concretó, este aislamiento?
En una cuarentena que duró en torno a un lustro. Se la aisló con el objetivo de intentar presionar al régimen de Franco para que girara el timón hacia la democracia o, al menos, hacia un sistema menos sospechoso de colaborar con el fascismo. Estados Unidos y sus aliados, como Francia y Gran Bretaña, descartaron intervenir militarmente en España y apostaron por hacer que fuera la propia sociedad española quien actuara para echar a Franco. Durante los primeros años de posguerra, tanto desde las potencias vencedoras como desde la ONU se hicieron llamamientos en ese sentido. Pero el control del régimen franquista sobre el país era férreo.
Pero esta cuarentena no duró para siempre.
A medida que fue cristalizando la Guerra Fría y los partidos comunistas fueron ocupando el poder en Europa Oriental, la visión que los aliados tenían de España empezó a cambiar: era un régimen del bloque de los perdedores y proclive al fascismo, pero también era un régimen anticomunista. Eso cambiaba las cosas en un contexto en que los enemigos de mis enemigos no tienen por qué ser mis amigos, pero sí pueden ser mis aliados. Los cálculos del Pentágono decían que, en el caso de un avance de las tropas soviéticas por Europa occidental, no habría capacidad para detenerlas hasta los Pirineos. Y, para ello, les hacía falta abrir conversaciones con Franco.
¿Cómo lo hicieron?
Primero empezaron a aparecer en España militares y políticos norteamericanos que estaban de paso por Europa y que decidían hacer parada en el país, para entrevistarse con los dirigentes franquistas. Sondeaban el terreno. Las negociaciones para establecer una presencia militar norteamericana en España se alargaron hasta 1953. No fue fácil: los Estados Unidos y España buscaban cosas diferentes. Los americanos querían tener bases militares en el país español a bajo coste. En cambio, los españoles querían sacarle el máximo rédito económico y tener el control de todo lo que se hacía en las bases.
Finalmente, ambas partes acabaron cediendo.
Sí, pero España cedió mucho más que los Estados Unidos. Al final, los norteamericanos pudieron disponer de sus bases con total libertad. A cambio, la partida económica para España aumentó respecto a lo que inicialmente tenían previsto, si bien nunca llegó a ser el equivalente de “un plan Marshall a la española”. Pese a todo fue una aportación relevante, sobre todo por los efectos colaterales que implicó. Para los Estados Unidos, el régimen de Franco no encajaba dentro de sus afinidades ideológicas. Simplemente lo hicieron por conveniencia. Franco utilizó esta alianza como una manera de salir de la cuarentena internacional.
¿También lo utilizó para modernizar el país?
Fue un elemento que impulsó la modernización de España. De hecho, el pacto fue acompañado por el acceso a créditos oficiales y privados norteamericanos, y algo después por el acceso a las principales organizaciones económicas internacionales que también otorgaron recursos al gobierno español. Además, se pudieron utilizar los circuitos de formación de capital humano ofrecidos por los norteamericanos, con lo que se promovió una paulatina recuperación de las transferencias educativas y científicas. Incluso una parte de las máquinas que construyeron las pistas de avión de las bases norteamericanas en España fueron cedidas al régimen de Franco o vendidas a empresarios españoles en condiciones ventajosas, que las utilizaron para la construcción de presas, carreteras y otras obras públicas. A Estados Unidos les salía más barato hacer eso que volver a llevárselas. La mitología del franquismo desarrollista que defiende hoy parte de la derecha y la extrema derecha española, que asegura que Franco sacó adelante el país, oculta que buena parte de las recetas, de los instrumentos financieros y de los mecanismos de formación vinieron de fuera. Concretamente, de la vía norteamericana.
El presente conecta siempre con el pasado.
Sí, la mirada histórica de cuanto nos ha precedido nos ayuda a entender el presente y, también, a poder construir un futuro basado en un mejor conocimiento previo. Nos ayuda a no aceptar de forma acrítica las informaciones transmitidas por quienes ejercen el poder o por quienes manipulaban los datos en su beneficio para ocultar la verdad, sobre todo cuando esas interpretaciones se han generado en el marco de sistemas políticos autoritarios. Las relaciones transatlánticas hay que abordarlas así: con una mirada abierta y plural. Eso es lo que hemos intentado hacer en el libro Somehow different: España vista desde Estados Unidos.
‘Somehow different’. España vista desde Estados Unidos
¿Qué opinan los norteamericanos de España? ¿Qué visión tiene su sociedad de la española?
Lorenzo Delgado Gómez-Escalonilla
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