El blues ha sido, y todavía es, la música que mejor sintetiza y expresa las vivencias y sentimientos de la comunidad afroamericana. Como ingredientes encontramos todos aquellos elementos que acompañan la vida cotidiana de una sociedad oprimida y discriminada: la pobreza o la miseria, el dolor causado por la segregación y el odio racial, los amores y desamores por los que inevitablemente atraviesa la existencia de todos los humanos, etc. Pero, el blues, como manifestación musical de todas estas vivencias, también actúa como un antídoto contra la desesperación o la autocompasión, convirtiendo esta música en una forma de expansión para hacer frente a la adversidad y, por ello, incorpora otros elementos de carácter positivo: la simple alegría de vivir, la ironía, el sentido del humor, la protesta, velada o directa y descarnada, el orgullo de no dejarse vencer, etc.

Dentro del blues, las mujeres han tenido un papel muy importante. Debemos tener en cuenta que, además de todo lo dicho, ellas deben combatir contra todo lo que afecta negativamente al género femenino: son negras y son mujeres. No hace falta decir nada más. Quizá por todo ello, las intérpretes femeninas de blues se han erigido como figuras principales de esta música.

Históricamente son famosas: Ma Rainey, Bessie Smith, Clara Smith, Mamie Smith, Alberta Hunter, Memphis Minnie, Victoria Spivey, Ruth Brown, Carrie Smith, Aretha Franklin, etc.  Toda una saga de grandes cantantes a las que podemos añadir aquellas que se han movido básicamente dentro del mundo de las orquestas de jazz, como Ethel Waters, Ella Fitzgerald, Billie Holiday, Helen Humes, Dinah Washington, etc.

Sus biografías, a menudo auténticos dramas, son ejemplos de lucha y confrontación con una sociedad que las oprime por su doble condición de mujeres y negras. Su canto, sutil o desgarrado, hecho de murmullos o a gritos, expresa de manera sublime todo lo que arde en sus corazones y exalta sus almas. Las Mujeres del Blues son una parcela importante de la cultura de los negros norteamericanos.

 

Ricard Gili, Fundació Catalana Jazz Clàssic