Dr. Jeffrey Michaels: «La imagen de Estados Unidos no siempre coincide con la realidad de su poder»
El Dr. Jeffrey Michaels, una de las voces más destacadas en política exterior, toma de decisiones estadounidenses y seguridad internacional, explica el impacto de las recientes elecciones en Estados Unidos y el futuro de sus relaciones con el resto del mundo. Durante cuatro años (2020-2024), el Dr. Michaels ha sido Senior Fellow en Política Exterior Estadounidense y Seguridad Internacional en el Instituto Barcelona de Estudios Internacionales (IBEI), desde donde ha ofrecido una perspectiva única sobre la evolución del panorama geopolítico. Además, ha sido investigador visitante en el Departamento de War Studies de King’s College London y en el Changing Character of War Centre en Pembroke College, Oxford, proporcionando una perspectiva global y enriquecedora sobre el tema.
Tras la rotunda victoria de Donald Trump sobre Kamala Harris en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos de 2024, el Dr. Michaels comparte sus opiniones sobre el probable impacto del liderazgo de Trump en la política internacional, la política interna de los Estados Unidos y los temas geopolíticos más urgentes.
En general, pensamos que Estados Unidos es el país más poderoso del mundo, su líder indiscutible. Sin embargo, ¿tiene esta percepción global de los EE. UU. un efecto real sobre su influencia?
La imagen de Estados Unidos no siempre coincide con la realidad de su poder, aparentemente actuando con una influencia casi ilimitada, algo que crea una dinámica complicada en las relaciones internacionales. Tanto la retórica política como la académica, especialmente cuando se emplean palabras como “hegemonía” o “superpotencia”, pueden alterar completamente la percepción de su influencia, a veces desvinculada de la realidad. Esto también puede incitar a otras naciones a actuar de manera más o menos agresiva, creando una atmósfera que no siempre se alinea con las verdaderas intenciones o capacidades de los Estados Unidos.
Teniendo esto en cuenta, ¿se puede continuar considerando a los Estados Unidos como «el árbitro» del mundo?
El papel de los Estados Unidos siempre ha estado exagerado. Su poder tiene mucho menos que ver con guiar los acontecimientos que ocurren y más con adaptarse a ellos a medida que se desarrollan. Su alcance tiene límites. Por ejemplo, tomemos la OTAN. Aunque los Estados Unidos han sido una fuerza líder en la alianza, existen limitaciones reales a su influencia, y no todos los países europeos siguen las directrices estadounidenses. Lo vimos recientemente cuando los Estados Unidos querían que Finlandia y Suecia se unieran a la Alianza, pero se encontraron con la oposición de Turquía y Hungría, que retrasaron el proceso durante meses. La presencia de los Estados Unidos a menudo se percibe a través de medidas económicas o influencia cultural, más que por una intervención militar directa.
¿Cuáles son las mayores limitaciones de los Estados Unidos? Especialmente bajo el liderazgo de Trump.
Los Estados Unidos tienen, sin duda, uno de los ejércitos más poderosos del mundo y, más importante aún, tienen la capacidad de movilizar sus fuerzas a través de su red de bases militares globales. Sin embargo, incluso Trump, con sus promesas de resurgimiento americano, enfrenta restricciones inevitables en los ámbitos económico, político, diplomático y también militar. Por ejemplo, países aliados que podrían haber estado dispuestos a unirse a una coalición militar si Harris hubiese ganado, podrían no estar dispuestos a hacerlo ahora que Trump está al cargo; suponiendo, claro está, que él les pidiera unirse, lo cual tampoco es probable.
¿A qué tipo de restricciones se refiere?
Los Estados Unidos enfrentan desafíos en múltiples frentes y a menudo sufren de un «trastorno de déficit de atención a las crisis», en el que su interés se desplaza de una crisis internacional a otra, sin quedarse el tiempo suficiente para generar un cambio significativo. Bajo el liderazgo de Trump, la prioridad probablemente será hacer muestras simbólicas de poder más que implementar cambios estratégicos a largo plazo, lo que podría dejar tensiones no resueltas en áreas clave.
Ahora que Trump está consolidando su nuevo mandato, ¿qué retos podría enfrentar en el ámbito legislativo?
Con ambas cámaras del Congreso ahora controladas por los republicanos, Trump tiene la capacidad de aprobar leyes que podrían modelar significativamente el futuro político de los Estados Unidos. Se espera un fuerte impulso para una legislación que consolide el poder republicano en áreas como las leyes electorales, se adopte una postura más dura sobre la inmigración y se retrocedan varias iniciativas de política social. Pero hay un peligro real de que estos movimientos puedan alimentar disturbios públicos si van demasiado lejos.
¿Insinúa alguna movilización civil contra el gobierno?
Históricamente, los republicanos han tenido cuidado de no excederse, entendiendo que demasiada inestabilidad puede tener un efecto peligroso. Sin embargo, el estilo de liderazgo de Trump podría poner estos límites a prueba. Si la legislación liderada por los republicanos comienza a afectar los procesos democráticos fundamentales, las protestas y la resistencia civil podrían intensificarse, conduciendo a una situación interna volátil.
¿Cómo ha evolucionado la estrategia de campaña de Trump desde la última vez?
La campaña de Trump ha sido notablemente disciplinada. En comparación con 2016, cuando su candidatura se caracterizó por el caos y la espontaneidad, esta elección mostró un enfoque mucho más estructurado. Los estándares de conducta política que existían antes han cambiado tan drásticamente que acciones que antes se consideraban inaceptables ahora son comunes. La influencia de Trump ha remodelado al Partido Republicano desde dentro, alineándolo con su agenda y visión.
¿Por qué ganó finalmente Trump?
Por varias razones. Por un lado, había, evidentemente, mucho más descontento con el partido Demócrata de lo que se reflejaba en las encuestas. La campaña de Trump supo capitalizar su presencia constante en los medios de comunicación, las estrategias legales a nivel estado-distrito que afectan al recuento de votos, y una movilización precisa del votante. En muchos aspectos, el propio partido Republicano se ha transformado para reflejar la visión y tácticas de Trump. Todos los titulares, incluso en periódicos de centro-izquierda como el New York Times o canales de televisión como MSNBC, estaban centrados en Trump, mientras que Harris quedaba relegada a un segundo plano. Esta visibilidad constante creó una percepción de inevitabilidad, y su base, movilizada y enérgica, acudió a las urnas en cifras sin precedentes.
¿Fue Harris una oponente fuerte?
Kamala Harris enfrentó una ardua batalla como candidata demócrata. Habiendo servido como una vicepresidenta en silencio, se encontraba en una posición difícil para distanciarse de las políticas de Biden sin parecer desleal a su propia administración. Harris no tenia ninguna plataforma política propia, que la distinguís de Biden, hecho que dificultaba que sus votantes imaginaran qué haría diferente. No poder movilizar los grupos clave, incluyendo los hombres afroamericanos y otras minorías, probablemente le costó las elecciones.
¿Cómo podría verse afectada la OTAN bajo Trump?
Existen serias preocupaciones sobre el futuro de la OTAN. Existe la posibilidad de que Trump pueda invocar el Artículo 13 del Tratado del Atlántico Norte para señalar una retirada estadounidense, o, alternativamente, podría permanecer políticamente en la OTAN pero reducir los compromisos militares de los Estados Unidos. Otra posibilidad es que Trump vincule el apoyo de los EE.UU. a los niveles de gasto en defensa, insistiendo en que los aliados cumplan una cifra específica para recibir ayuda militar estadounidense en momentos de crisis.
¿Y qué podemos esperar en política exterior de los Estados Unidos? Especialmente en relación a los conflictos en el mundo.
La postura de Trump en diplomacia es a menudo contradictoria. Ha construido alianzas con líderes como Putin, al tiempo que supervisa políticas que desafían los intereses rusos, como la modernización de armas nucleares y desarrollo militar. También podemos esperar que mejore las relaciones con gobiernos de extrema derecha en Hungría, Italia, Polonia… con quien sea que sirva mejor a sus intereses.
¿Cómo podría la presidencia de Trump impactar en los conflictos geopolíticos clave?
Como hemos mencionado, podría llevar a un cambio en la política exterior de los Estados Unidos respecto a la guerra de Ucrania que favorezca los objetivos de Rusia, lo que podría hacer que una resolución esté más alineada con sus intereses. Esta expectativa alienta a Rusia a mantener su posición y ganar tanto territorio como sea posible, esperando algún tipo de alto al fuego en el año nuevo en lugar de un acuerdo de paz. En Israel, Trump podría adoptar una postura menos intervencionista, probablemente manteniendo el apoyo sin presionar tanto a Netanyahu para detener los conflictos.
¿Existe un riesgo nuclear con Trump?
A pesar de las preocupaciones, los Estados Unidos tienen una serie de controles, salvaguardias y protocolos para prevenir decisiones nucleares repentinas o arbitrarias en las que no exista una amenaza nuclear directa e inmediata para los EE. UU. Trump no puede simplemente ordenar un ataque nuclear a Rusia, por ejemplo, solo porque le apetezca hacerlo. Sin embargo, el panorama nuclear internacional está más tenso que nunca, con países como China, Rusia y Corea del Norte ampliando sus arsenales, e Irán al borde de adquirir uno. Curiosamente, el riesgo de una escalada nuclear no recae únicamente en Trump. La acumulación de armamento nuclear está ocurriendo independientemente de quién esté en la Casa Blanca.
¿Cuál será la postura de Trump hacia China durante los próximos cuatro años en el gobierno?
Es probable que los Estados Unidos persigan políticas aún más duras hacia China, potencialmente aumentando las tensiones económicas. La inclinación de Trump a aumentar los aranceles podría desatar, o exacerbar, dependiendo de la perspectiva de cada uno, una guerra comercial, lo que podría deteriorar aún más las relaciones entre Estados Unidos y China. Sin embargo, los lobbies internos a menudo restringen las políticas económicas estadounidenses, y aunque Trump proyecte una postura dura hacia China, las medidas económicas podrían retrasarse en la práctica.
¿Están los Estados Unidos está viviendo una nueva Guerra Fría con China?
Parece que sí. Sin embargo, existen diferencias fundamentales en cómo entendemos el concepto de “Guerra Fría.” China no está interesada en difundir una ideología globalmente como lo hacía la Unión Soviética, y carece de infraestructura militar global. En cambio, se enfoca en intereses pragmáticos, como asegurar recursos y construir alianzas comerciales; se trata más de competencia económica y dinámicas de poder regional.
*El Instituto de Estudios Norteamericanos quiere expresar su agradecimiento al Dr. Jeffrey Michaels después de cuatro años de impacto como Senior Fellow en IEN en el IBEI. Como investigador talentoso y un profesional notable, Jeffrey nos ha inspirado a todos, compartiendo generosamente su conocimiento y apoyando tanto a estudiantes como a colegas. Extrañaremos su perspicacia, humor y amistad, y le estamos agradecidos por todo lo que ha contribuido a nuestra comunidad. Le deseamos mucha suerte en su próxima aventura.
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