El aprendizaje de los músicos de jazz
A lo largo de la Historia del Jazz, los músicos que han querido tocar este tipo de música han pasado por un proceso de aprendizaje que con los años ha ido evolucionando. Para simplificar, diremos que este aprendizaje se produce básicamente en dos sentidos: el primero, aprender a tocar el instrumento que el músico ha elegido; el segundo, aprender ese particular lenguaje musical que es el jazz con sus propias normas de improvisación y formas de expresión.
En las primeras décadas de la historia del jazz, cuando muy pocos afroamericanos habían recibido instrucción musical, los músicos tenían una formación mayormente autodidacta. Salvo las escuelas donde existía una banda con su propio maestro o director, en el mejor de los casos, el joven aprendiz era instruido por algún músico cercano que impartía clases particulares o, en otros casos, se espabilaba por su cuenta, recibiendo el consejo de algún músico experimentado o copiando directamente sus procedimientos. Esta carencia de reglamentación en el aprendizaje del instrumento, llevaba a resultados muy diversos y personalizados en función de las facultades e intuición de cada músico. En cuanto al aprendizaje del lenguaje musical, aquel joven, que normalmente vivía rodeado de jazz día y noche en su barrio o ciudad, lo aprendía cómo los niños aprenden a hablar, o sea, escuchando a los que formaban parte de su entorno inmediato. Esto también daba como resultado diversas formas de expresión según el ambiente o región donde se formaba el músico.
Con el paso de los años, las posibilidades de recibir una formación musical aumentaron entre la población negra, pero el lenguaje se seguía aprendiendo en el entorno más inmediato y, con la aparición de los discos, a través de las grabaciones hechas por los músicos más reconocidos y creativos. Sin que se pueda establecer un efecto de causalidad directa, es un hecho que, a partir de cierto momento, el progresivo aumento de la tendencia a estudiar en escuelas por parte de los músicos, coincide con una progresiva disminución de la popularidad del jazz entre la población negra, de modo que aquel entorno natural donde el joven aprendía el “lenguaje del jazz” ha ido adelgazando. En este contexto, correspondería a las escuelas proporcionar elementos de formación que sustituyeran aquel “entorno natural” donde el joven aprendía el “lenguaje del jazz”. Sin embargo, las cosas no han ido en este sentido. El aprendizaje del instrumento se realiza con métodos académicos, rígidos, reglamentados, uniformadores y el aprendizaje del lenguaje aborda básicamente aquellos aspectos técnicos que se pueden codificar y fijar en un método (armonía, escalas), obviando los puramente expresivos, aquellos que sólo se transmiten por el contacto directo. Resultado: músicos jóvenes, formados en un mismo molde, suenan de forma muy parecida, impersonal, carentes de espontaneidad y expresividad. Junto a los avances que indudablemente comporta la enseñanza académica, es necesario impulsar el estudio crítico del legado jazzístico de todas las épocas y estilos que nos llega a través del disco.